viernes, 13 de enero de 2012

Realidad o sueño: la Casa do Penedo

Era la segunda vez que íbamos por la misma carretera, por llamarla de algún modo, pero ahora parecía que sí íbamos a llegar hasta el final. Aunque habíamos ido casi a la misma hora, la oscuridad que unos días antes apenas nos dejaba avanzar era ahora un juego de nubes y claros entre los que se recortaba la luz del atardecer. La espesa niebla que había cubierto completamente las montañas había subido de cota y dejaba ahora ver el regimiento de molinos eólicos que creaba un espectáculo casi fantasmal. Cinco días antes el único testimonio que habíamos tenido de su presencia era el parpadeo de la luz roja que, junto al eje de la hélice, atravesaba la niebla cuando estábamos a pocos metros de alguno de ellos. Porque ahí, en la parte alta de la Serra de Fafe, lo difícil era no estar cerca de alguno de estos gigantes.

Piscina de la Casa do Penedo

















Todo había surgido por casualidad unos meses antes, buscando información sobre la zona de Portugal a la que me había llevado un viaje de trabajo. El distrito de Braga (Braga, Barcelos, Guimarães, Fafe...) parecía interesante, pero lo que más nos llamaba la atención era una curiosa casa que parecía estar entre Celorico de Basto y Fafe. Sólo algunos blogs se hacían eco de su existencia y casualmente aparecían en todos ellos  sólo las dos o tres mismas fotos. Estaban bastante procesadas con Photoshop, por lo que muchos  internautas especulaban con que todo era el truco de un hábil diseñador gráfico. Sin embargo, a la vez, supuestos visitantes habían ido colgando diferentes coordenadas GPS que debían servir para poder llegar hasta el remoto lugar. Parecía que era una pista de tierra la que llevaba hasta la casa, una pista cuya función principal era servir de acceso para el mantenimiento de las torres eólicas.

Pista de tierra que llega hasta la Casa do Penedo

















Cruzando Portugal de este a oeste por la autopista A7, para llegar a la Casa do Penedo se debe tomar la salida de Celorico y Mondim de Basto. Sin embargo, este es sólo el principio del camino. Desde ahí resta todavía una media hora de vía rural de montaña portuguesa. La carretera sube, baja y luego vuelve a subir sin dar indicios de si nos estamos o no aproximando. Los vehículos extranjeros probablemente no son muy habituales en la zona (tampoco el mantenimiento del asfalto a juzgar por las grietas) y los vecinos de los pequeños pueblecitos, que parecen anclados en el pasado, nos miran divertidos. No son muy distintos de los asturianos del medio rural. Llegado el momento, escuchamos disparos muy cerca de nosotros. En la finca que queda a nuestra derecha un grupo de adolescentes, acompañado de dos adultos, está realizando prácticas de tiro. En ese momento aún no podemos estar seguros de que vamos a llegar a la casa. No por los disparos, sino por la incertidumbre de si el lugar existe o no y por las dudas que provoca en nosotros el no haber sido capaces de llegar la primera vez.

Vista trasera de la Casa do Penedo

















El motivo de la falta de éxito del primer intento había sido probablemente la falta de visibilidad, pero por si acaso ahora estamos siguiendo unas coordenadas diferentes. Antes de que quepa dudar de ellas, el paisaje se vuelve inhóspito, alejado del tránsito habitual. Las torres eólicas que veíamos diminutas desde la autopista comienzan a aparecer ante nuestros ojos, cada vez más y más grandes. Además, la cresta de la sierra está salpicada por grandes piedras con las mismas características que las que dan forma a la Casa do Penedo. A la fuerza nos tenemos que estar acercando, aunque a esta zona también habíamos llegado en el viaje de ida a Portugal. Al final, la carretera muere ante nosotros en una pista de tierra que a partir de ese punto se eleva siguiendo una brusca pendiente. Estamos subiendo ya a la parte más alta de la sierra y ahí, a nuestra izquierda, está la casa. Al principio parece una más de las peñas, pero a medida que se va agrandando ante nuestros ojos no cabe duda. La Casa do Penedo existe y estamos junto a ella. Dejamos nuestro coche en medio de la pista y subimos la pequeña loma que nos separa del lugar donde se encuentra. Descubrimos que una pareja se encuentra allí, visitándola también. Toca volver a bajar para apartar el coche o no podrán pasar al irse. Durante los cincuenta minutos que pasamos en el lugar pasará por allí otro par de coches más, sin que ninguno de ellos se detenga.

La Casa do Penedo desde la pista de tierra

















Aun recordado desde la distancia que da el tiempo, a nosotros todo el lugar nos pareció especial, como una ilusión. El cielo estaba parcialmente cubierto y, a menos de una hora del atardecer, la distribución de las nubes daba lugar a un juego de luces y sombras muy especial. El ejército de torres eólicas incluía decenas y decenas de generadores y era la única señal de civilización ajena a la casa. El sonido característico del giro de los álabes parecía de otro planeta. En el llamado Parque Eólico de las Terras Altas de Fafe hay un total de 53 generadores, de 67 metros de altura cada uno. En conjunto, son capaces de producir energía para abastecer a unos 75 000 de los hogares que se encuentran abajo, aparentemente tan lejos. Además, este es sólo uno de los muchos parques eólicos que hay en los alrededores de Fafe, muestra del hecho de que Portugal es, a pesar de su tamaño, uno de los diez países del mundo con mayor potencia eólica instalada.

Uno de los generadores visto desde la Casa do Penedo















Lateral de la Casa do Penedo


















En cuanto a la Casa do Penedo, desde fuera parece muy pequeña, casi la vivienda de un hobbit. O la casa de los Flinstones (Picapiedra), el nombre por el que ha terminado por popularizarse en internet. La peculiar vivienda fue levantada entre 1972 y 1974 por el padre de Vítor Rodrigues, su propietario actual.  La idea surgió al ver las cuatro piedras (penedos) durante una caminata por la sierra. A partir de ese momento decidió comprar los terrenos adyacentes y más tarde obtuvo las licencias pertinentes para la construcción. Durante décadas, ajena al resto del mundo, la vivienda fue utilizada por la familia como segunda residencia en verano, navidad y semana santa. Pero la tranquilidad finalizó para la Casa do Penedo cuando a partir de 2007 empezó a extenderse el rumor de su existencia a través de internet. Desde entonces el lugar se ha llenado de curiosos como nosotros, sobre todo durante los fines de semana, y la casa ha llegado a sufrir actos vandálicos. Como consecuencia de los mismos, Vítor ha tomado algunas medidas de seguridad: sustituir la puerta original por una metálica y cambiar los cristales de las ventanas por unos nuevos a prueba de balas. Además, en la actualidad las ventanas están tapadas por dentro, para mantener dentro de lo posible la privacidad del interior.

Parte delantera de la Casa do Penedo

















No obstante, gracias a este vídeo de la RTP en que Vítor nos enseña su curiosa propiedad podemos saber lo que se esconde detrás de las paredes y de los penedos. A simple vista, la casa es frugal pero acogedora y encierra todo un ejemplo de aprovechamiento del espacio. Incluso tiene un pequeño altillo de madera, material que predomina en todo el mobiliario. En cuanto a las paredes, están desnudas y dejan ver la roca de los pedruscos. Por supuesto, carece de electricidad y de agua corriente y la iluminación corre a cargo de velas (paradójico para estar situada en medio de un gran parque eólico). En su fachada, además de los diez ventanucos, cuya distribución no sigue ningún patrón, destacan dos elementos: una chimenea y una especie de canalización cuya función no soy capaz de adivinar (pero a lo mejor soy yo que estoy muy espeso). Y por último, en las cercanías de la casa hay una pequeña piscina que fue construida entre las rocas por el padre de Vítor Rodrigues.

Chimenea y elemento de la fachada no identificado

Chimenea de la Casa do Penedo

































Para terminar por fin, voy a dejar yo también mis propias coordenadas GPS del lugar (uno, que es fan de Google Maps). Visto ahora todo sobre el mapa llegar parece mucho más sencillo, incluso se ve claramente la piscina de la casa un poco más al sur de la misma y el punto en que la carretera deja paso a la pista de tierra. Aun así no estoy seguro de si sería capaz de volver a llegar hasta la casa. Quién sabe, quizá todo fuera un sueño después de todo.



Adiós a la Casa do Penedo

6 comentarios:

  1. Eso sí, es ARQUITECTURA, aprovecharse de los elementos que el propio territorio aporta y lograr así, esa mímesis con el terreno y el paisaje. ¿Y los alardes? Superfluos. Menos es más, que decía Mies. Si es que muchas veces.. lo original es volver al origen. Pena, que muchos "star architects" lo hayan olvidado...
    Simplemente me encanta.

    Por cierto, el "elemento no identificado", jeje, yo diría que hace las funciones de evacuación de pluviales. Vamos que tiene toda la pinta de ser una "gárgola" casera, para expulsar el agua de cubierta:)

    Que tengas buen finde!!

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  2. Vaya manifiesto arquitectónico te has marcado, sí señor. En cuanto al "elemento no identificado", ya lo había pensado, ¿pero no debería tener alguna especie de canalón recorriendo la cubierta? Supongo que está en el interior.

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  3. Nunca habia oido hablar de esta casa ni nada parecido
    Ahora me has metido la gana de buscarla por mi misma....=)

    Gracias por pasarte por el blog!

    Te has ganado una seguidora, porqeu me ha gustado mucho tu blog!

    milittletreasure.blogspot.com

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  4. Me alegra que te haya gustado! Intentaré estar a la altura en futuros posts y sigue contándonos cosas de Londres! :P

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  5. gracias por esta info de tu blog. habeis intentado preguntar por el actual propietario? para poder verla por dentro.
    Conoces un lugar de Orense llamado a Roda dos Rebolos? estoy intentando localizar su ubicacion para visitarlo pero no hay forma.....
    Muchas gracias un cordial saludo

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  6. A mi el tubo me parece un rebosadero de una cisterna de esas que se usan para rwcoger el agua de la lluvia...pero balla usted a saber. Saúdos.

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